
Recuerdo cuando me decías que todo podía ser para siempre si uno lo deseaba. Para mí esa frase ya no tenía ningún sentido.
En esos momentos recordé la primera vez que nos vimos, la primera vez que pronunciaste un "te quiero", nuestro primer beso. Pero eso ya formaba parte del pasado. Y ahora me tocaba estar aquí evitando una despedida o un "adiós" más. Ocultándome tras la columna sobre la que colgaba el reloj de la estación. El reloj que diría que nuestro tiempo juntos había terminado.