11.30.2010

Electric hush to die for.

Llueve y hace frío.
Hace frío y llueve.
Recuerdo que todo el mundo se ponía de los nervios cuando llegaba el invierno. Que si la nieve, que si se congelaban, que si había muchos gastos en Navidad...
Pero yo era todo lo contrario. Me llevaba muy bien con él. Con el invierno, digo.
Y lo bueno es que aún mantenemos intacta nuestra amistad.
Sigo disfrutando con la pureza de esa lluvia fina que se te pega al cuerpo los viernes por la tarde.
Con las gélidas mañanas de los lunes.
Con las tardes nevadas de los miércoles.
Con tu sonrisa mezclada entre las luces de diciembre.
Con tus ojos entre las bufandas y los gorros de enero.
Porque, en invierno todo parece más puro. Más limpio.
Incluso ella. Si ella.
La que no miró ni pregunto si tus brazos estaban ocupados antes de abrazarte.
La que no preguntó si tu labios estaban reservados antes de besarte.
Aquella que nos robó las noches de película envueltos en una manta con el calor de un buen chocolate caliente.
Ella me arrebató tu corazón de las manos. Destruyó una parte de mí.
Se llevó todo.
Como el verano que derrite la nieve, evapora la lluvia, y te atrae con su calidez y su calor.
Un calor que acaba por axfisiarte.
Tú y yo.
Yo y tú.
Las luces se apagan.
El hielo se derrite hasta hacerse agua.
Al igual que la nieve.
Y el frío se va, desaparece.
Hasta que vuelve en Noviembre, y me trae a mí a la cafetería dónde te vi por primera vez.
Dónde no me pude despedir, dónde no te pude decir cuánto te iba a echar de menos.
Donde cada año vengo a volver a pensar en tí y en nuestros inviernos.
En como, en el tiempo en que se enfría mi chocolate todo desapareció para siempre. Como la estación blanca cuado se despide.
Pero el el invierno regresa. Siempre.
Y saber que tú nu volverás nunca, duele.
-Mucho-
(to die for you, my lover)




11.20.2010

Until it becomes hard to breathe again


Mi alma perdida. Encerrada en la oscuridad de cuatro paredes.
De una habitación sin puertas, sin ventanas.
Donde ni un rayo de luz se digna a hacer acto de presencia.
Y mi corazón se vuelve frío. Gélido.
Las emociones me abruman, me aplastan. Asorben el osígeno de mis pulmones.
No me puedo desahogar.
No hay ni una mínima opción de que las lágrimas resbalen por mis pálidas mejillas.
Los pensamientos hacen que me maree, bloquean mis funciones cerebrales.
Pero me contengo, tengo que guardar la angustia que fluye por mis venas en algún sitio de mi cuerpo que no se haya quebrado aún.
Nadie merece sufrir, y menos tú.
Pero algún día me derrumbaré y tu no lo sabrás, ni siquiera podrás percibirlo.
Porque tú no lo entiendes y yo no te lo puedo explicar.
Porque eso nos destrozaría a ambos, y prefiero ser yo la que se consuma entre mis propios sentimientos.
Ojalá lo comprendieras.
Necesito que permanezcas a mi lado.
Que me mires.
Que con tus ojos verdes me saques de aquella lúgubre y fría habitación.
Y quizás aún te pueda dedicar alguna sonrisa.
Una sonrisa que sustituye a un sollozo.
Al silencio.
Pero solo durante un instante...durante una fracción de segundo...


...(hasta que vuelva a costarme respirar)


11.09.2010

Un sentimiento lleno de nada y vacío de todo.

Siempre me he preguntado que se siente.
Que era lo que sucedía.
Y ahora que estoy dentro de esa sensación doy cuenta. No se siente nada.
En realidad sólo al principio.
Cuando comienza sientes rabia, odio, rencor.
Sientes que lo único que has hecho bien es cometer errores. Pero no siquiera es alentador. Porque los errores sólo producen lágrimas.
Saben mal, agrios.
Luego un escalofrío te pasa por el cuerpo. Te sientes bien.
Pero durante poco tiempo. Luego una sóla palabra se encarga de traerte de vuelta.
Y después nada.
Todo se borra.
Desaparece.
Se evapora.
Como un mundo sin luces ni sombras.
Como un lienzo en blanco.
Un pensamiento profundo.
Sin contrastes.
Sin esperanzas.
Un sentimiento lleno de nada y vacío de todo.

11.06.2010

Y como cada mañana agitaba las sábanas para eliminar las pesadillas que la abrumaban cada noche

Se despertaba cada mañana entre aquellas sábanas blancas.
Se desperezaba cada mañana entre aquella luz ténue que entraba por la ventana y terminaba reflejada en cada mechón de su largo pelo cobrizo.
Y como cada mañana agitaba las sábanas para eliminar las pesadillas que la abrumaban cada noche.
Se miraba en el espejo.
Contemplaba su reflejo.
Aquellas pecas que tenía bajo aquella mirada de ojos verdes con pestañas largas.
Soñaba con huir de la vida.
Soñaba con escapar de la oscuridad.
Pero cuando se daba cuenta estaba otra vez atrapada entre las paredes de aquella habitación de paredes blancas.
Otra vez atrapada en aquellas sábanas frías que la envolvían cada noche.